¡Y hay poetas que son artistas y trabajan sus versos como un carpintero las tablas!

viernes, 11 de enero de 2008

Muere el incansable zapoteca


El escritor y poeta mexicano Andrés Henestrosa murió ayer jueves en su casa en la Ciudad de México a los 101 años, informó su hija Cibeles Henestrosa, las causas del deceso no fueron dadas a conocer, y verdaderamente, a quién le importan.

Henestrosa, que se destacó por sus aportes al indigenismo, nació el 30 de noviembre de 1906 en Juchitán, Oaxaca, donde hasta los 15 años sólo conoció el idioma indígena de la cultura Zapoteca, edad en la que se trasladó a la Ciudad de México para iniciar sus estudios y aprender a hablar en español.
En 1927, siendo alumno de Sociología, su maestro Antonio Caso le sugirió que escribiera los mitos, leyendas y fábulas que refería oralmente. Esta fue la base de «Los hombres que dispersó la danza», publicado en 1929.
En ese libro recreó e inventó, en prosa llena de brío y eficacia narrativa, cuentos y leyendas de su tierra zapoteca, tomados del acervo popular. Tras su frescura tácita, late una orgullosa nobleza de su condición indígena, tan profunda como antigua. Su «Retrato de mí madre» (1940), es una de las páginas más hermosas de nuestra literatura, en que la evocación filial, ajena a todo sentimentalismo, se expresa con una elocuencia sobria y vigorosa.
En 1936 fue becado por la Fundación Guggenheim de Nueva York para realizar estudios acerca de la significación de la cultura zapoteca en América. Permaneció por breves temporadas en Berkeley, California; Chicago, Illinois; Nueva Orleáns; Louisiana; Nueva York, y otros lugares, siempre investigando en archivos y bibliotecas.
Fonetizó el idioma zapoteco, preparó el alfabeto y un breve diccionario zapoteca-castellano, en el que ese alfabeto se puso en práctica.
En Nueva Orleáns, al medir el año de 1937, escribió el «Retrato de mi madre (carta a Ruth Dworkin)», que junto con la «Visión de Anáhuac» de Alfonso Reyes, y «Canek» de Ermilo Abreu Gómez, es la obra mexicana más veces editada.
Como el mismo lo dijo alguna vez: «La vida es una historia que se debe cumplir y cada uno va cumpliendo los capítulos que le corresponden. En mi caso soy un libro con muchos capítulos concluidos». La muerte cerró el último capitulo de la novela llamada Andrés Henestrosa, dejando en nuestras manos una basta obra, que le permitirá seguir viviendo a través de sus libros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No había oído nunca de él... de todas formas, una pena...

Me fascina la gente que es capaz de inventarse su propio idioma!

Besitos

- JJ dijo...

Muy buena tu reseña. Su obra seguirá palpitando sin duda.
Esta semana murió nuestro Adriano González León, el escritor de País Portátil, Huesos de mis huesos y su obra maravillosa Viejo.
Este año nuevo llegó buscando poetas.
Un abrazo

León Cartagena dijo...

Princesa: Que cierto lo que dices, además, le hecho de nunca dejar atrás sus raíces, lo hizo, para mí, una mejor persona.

JayJay: El año nuevo amenza, Benedetti en el hospital, Saramago en terapia intensiva, esperemos que la vida nos preste un poco más de tiempo a nuestros, ya de por sí, escasos, hombres con alma.