¡Y hay poetas que son artistas y trabajan sus versos como un carpintero las tablas!

martes, 3 de abril de 2007

Orfandad

Me perdí cuando niño,
me olvidaron los espejos,
supe la verdad sobre la soledad
cuando descubrí la Luna.

Las calles ya sin nombres,
sin nación,
oquedades todas,
pilotaron mis pasos
a una visión en technicolor,
del sin tiempo, del abandono.

Del pavimento a la tierra suelta:
Un par de pasos.

Metales y memorias ardían lo mismo,
bestias olvidadas en un cementerio improvisado,
lágrimas de aceite, cuerpos retorcidos,
abandono del motor por la chatarra.

De la tierra suelta a un sembradío de engranes:
Un par de centímetros.

Bajo mis pies, tornillos burbujeando de cansancio,
pintura en modernos dinosaurios
levantando plegarías y escamas al sol,
expuesta la soledad del birlo sin la tuerca.

Ah! Tambor sin su neumático,
Mercedes-benz veinticuatro asientos desolados,
lágrimas de vidrio formando un pasto abrillantado.
Ah! Pistón sin tu bujía.

Soledad paleontológica,
el hombre abandona perpetuamente,
se abandona a sí mismo, a Dios y
¡al diablo con el hombre!

Debajo de los cuerpos no habitan ya los carroñeros.
Teobaldo es príncipe y señor del cementerio,
triste maúlla sin un Mercutio al que arremeter,
ni rata que comer, sin entender aún a los espejos.

¿Qué quieres de mí? Dijo Teobaldo.
Una sola de tus nueve vidas, dije;
Una sola, de ser el olvidado.

Noviembre/2006.

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